Sentado en el umbral de mi casa, con pantalones cortos, los bolsillos lleno de bolitas y las rodillas sucias, así espero el regreso de mi viejo, miro para la esquina donde siempre aparece, inmenso para mi.
Estoy atento, para cuando lo vea y salir disparado, para abrazarlo y que me levante haciendome girar como una calesita, juguete barato si los hay, y lleno de cariño del bueno.
De repente un gorrión surca el cielo, lo miro con atención...zigzaguea y genera virutas con el aire, como el humo cuando toma libertad.
Sigo mirando hacia la esquina, vuelvo mi vista buscando el gorrión y se perdió en el horizonte de techos bajos, casas humildes. Rápidamente, aparece tras el farol de la esquina, vuelve a zigzaguear. Aquí, allá. En todos lados un poco; me siento identificado, parece que todo le interesa y en el momento lo deja de lado. Vuelve a desaparecer y yo sigo atento a la esquina.
Se fue, quedé solo, miro el azul del cielo, juego con una ramita, una soledad inmóvil, miro para ambos lados y mi vista choca con las tribunas vacías de mi amor...la cancha de San Lorenzo de Almagro, pienso...huyy el domingo con Huracán, sonrío. Me siento solo, pero estoy esperando a mi viejo, entonces todo tiene otro color, colores que son paisajes, colores vivos de mi infancia.
De repente, de nuevo mi amigo, el gorrión, pero con compañía, son dos los gorriones, me sumaría a ellos, pero sería una multitud. Me limito a mirarlos, vuelven, vuelan, bailan, sueñan, y porque negarlo yo también vuelo un poco. Después de todo, forma parte de la vida volar.
Sin dejar de prestar atención a la esquina, los sigo con atención, bailan en un trozo de cielo, bailan bajo este sol porteño, sol de Boedo y de mi infancia, luz hecha luz.
Pienso que haré luego, voy a ir a la Placita Butteller, donde las estatuas me sonríen y yo les sonrío. Placita Butteller, te conozco desde siempre, desde que mi nariz estaba a la altura de la rodilla de mi viejo, placita, sos mi segunda casa, sos el bastión de los hinchas, la vida antes de perderte, recuerdo peleas por su posesión y sonrío, y que ...a mi edad en eso consiste todo...en sonreír.
Otra vez los gorriones. Norte, Sur, ahora Este, Oeste, después. Vuelo del paraíso al techo de chapas. Vuelo de sol y lejanía. Cruzan el cielo. Cruzan las miradas. Cruzan los sentidos. No tienen temores, son libres, hermosa la libertad, tan difícil de obtener, y resulta tan sencillo, es como el agua, solo hay que tomarla.
Sigo atento a la esquina, el viejo no viene, debe faltar poco...
Mi vieja también lo espera mientras riega el jazmín, ese jazmín que se abraza a la ventana como queriendo entrar en mi habitación.
Sorpresa, un estallido de palomas han venido a visitarme, son las de la iglesia de acá cerca, las miro, sin moverme no quiero espantarlas, sus sombras se reflejan en el suelo como imágenes de piedra. Todo es bullicio es un macho rodeado de hembras, juegan al amor, de eso también está compuesta la vida, de jugar y amar.
Parecen palomas de nieve, otras gris plata y alas rojizas, hermosas, son hermosas, pero no son libres, están atadas al amor...
Miro el horizonte de terrazas y pasan los gorriones nuevamente ahora casi con destino fijo, y el viejo que no viene, vuelan libres y sé que no volverán, pasan con un adiós y yo los saludo, con tristeza, me han enseñado algo...que también de eso esta compuesta la vida, en saber aceptar un adiós...
Me paro para verlos ir, y en un momento de distracción...
¡¡ Mi viejo...!! viene mi viejo !! corro y me sonríe, ojos verdes, cuerpo duro, corazón de algodón, deja su bolso en la vereda y me abraza, me levanta y me gira, yo río feliz, inmensamente feliz, vuelo como un gorrión y río sin parar, el mundo es mío… mientras escucho la frase obligada...”como te portates...te quiero tanto”...Y yo sigo volando mientras giro, río y río, lo abrazo fuerte, muy fuerte y siento que el mundo es mío, me baja y lo abrazo de la pierna mientras me toca la cabeza y vamos para casa...soy feliz, tremendamente feliz...miro a mi vieja y ella sonríe, será ese el amor? Estoy convencido que si.
Recuerdos, solo recuerdos y alguna lágrima aún me queda, donde estarás viejo, solo me queda acariciar el recuerdo y soñarte, te fuiste sin explicarme porque...alguién te arrancó de mi lado, te sacó de mi vida, pero me dejaste amor, recuerdos y una niñez carente de lujos, pero rica en amor, en cariño, sabés te hubiese vuelto a elegir como padre.
Quisiera alas como la de aquellos gorriones, alas para buscarte en las alturas, poder volver a mirarte a los ojos, contarte cosas, hablar de nuestro San Lorenzo, abrazarte fuerte muy fuerte, y así nunca jamás perderte.
Entonces si el cielo se llenaría de alas. De esas alas con que ganar el olvido. Alas de nubes y cercanías, alas de libertad que no se negocia, como vos me enseñaste.
Pero en los cajoncitos de mi alma, solo recuerdos, solo extrañarte y pensar que algún día nos volveremos a abrazar los tres...de eso estoy seguro.
Te quiero tanto y te extraño ...
Juan